La Bolsa española se achica en el mercado global: por qué el Ibex se queda atrás
El Ibex ha ampliado de forma escandalosa en este ejercicio la brecha de rentabilidad que le separa del resto de índices europeos. La ganancia del 3,55% que acumula a falta de tres semanas para que termine el año queda muy lejos de las alzas de sus vecinos europeos, que superan con holgura el 15%. El Cac francés lidera los ascensos con una subida del 25,9%; el Dax se revaloriza el 13,8%, y el Euro Stoxx 50, el 18,2%. También el FTSE Mib italiano bate al Ibex por goleada con una revalorización en 2021 del 20,2%.
Lo sucedido este año en el selectivo español confirma una debilidad que viene de tiempo atrás y que se ha agravado con la pandemia. El mayor castigo de los inversores a los valores más apegados al ciclo económico se ha cebado con un índice en el que la banca y el sector turístico tienen un peso equivalente a un tercio del total. Y en el que Iberdrola –el valor que más pondera en el selectivo, con el 13,7%– sufre una caída en Bolsa en el año superior al 16%. En cambio, Sabadell y Fluidra, los valores que más han brillado en 2021 con alzas respectivas del 66,5% y 56,3%, apenas representan cada uno el 1% del índice.
La Bolsa española tuvo su breve momento de gloria en este año en la primavera, cuando el hallazgo de la vacuna contra el coronavirus había dado alas a las empresas más castigadas meses atrás, como banca y turismo. “Hasta abril el Ibex batía a sus vecinos europeos. Pero tiene un problema estructural, con una gran ausencia de valores tecnológicos. Es triste, pero tenemos muy poca Bolsa española en cartera”, reconoce Ignacio Cantos, director de inversiones de la firma Atl Capital.
La abundancia de valores cíclicos marca la diferencia y podría ser una ventaja en 2022 ante un cambio de rumbo en los tipos
Un vistazo a la composición del resto de índices europeos y al comportamiento de los valores que los integran dan una explicación reveladora de cuáles son las preferencias de los inversores y de por qué el Ibex se queda a la cola en rentabilidad. El valor que más pondera en el Euro Stoxx 50, con el 9,2%, es la tecnológica holandesa ASML, el mayor proveedor del mundo de sistemas de fotolitografía para la industria de los semiconductores. En el año se revaloriza más del 60%.
Otra de las estrellas del Euro Stoxx es la alemana Linde, que tiene un peso del 4,5% en este índice y del 9,6% en el Dax, y cuyas acciones suben este año casi el 30%. El segundo valor con más peso del Dax es la multinacional del software SAP, que se revaloriza en 2021 más del 12%. En el caso del Cac francés, que en este ejercicio ha marcado nuevos máximos históricos, el peso de los valores del lujo, gigantes europeos por capitalización, es determinante. Hermès lidera el índice galo en 2021 con un alza cercana al 80% y un valor de mercado superior a los 166.000 millones de euros. La subida en el año de LVMH ronda el 40%, hasta una capitalización bursátil de 360.000 millones de euros. En la Bolsa española es Inditex la compañía que más vale: 89.700 millones de euros. Su ganancia en el año no llega al 10%.
Para Roberto Ruiz-Scholtes, director de estrategia de UBS en España, “el Ibex tiene un problema estructural de composición. En la anterior crisis tuvo un peor comportamiento por el ladrillo y en los últimos años su peor evolución se explica en la ausencia de grandes grupos tecnológicos o de lujo. No hay que buscarle tres pies al gato”. Esa composición del índice, con 12 valores de pequeña capitalización cuyo peso es inferior al 1%, ha arrinconado además a la Bolsa española a ojos de los grandes inversores internacionales. Según explica Ruiz-Scholtes, “los grandes fondos toman posiciones que no superan más del 1% o 1,5% del volumen de negociación bursátil de una compañía, para no distorsionar las cotizaciones”. Y en ese umbral solo se mueven una docena de valores españoles.
De hecho, la Bolsa española apenas tiene una representación del 1% sobre el índice MSCI World, en el que los valores de la Bolsa de EE UU suponen el 69,3% del total y los franceses, principales representantes de la zona euro, suponen el 3,1%. “La inmensa mayoría de las compañías españolas están fuera del radar del inversor internacional. Muchos gestores, en especial de gestión pasiva, no entran en Bolsa española por la composición del Ibex, a pesar de que hay empresas de gran calidad y potencial”, defiende Gonzalo Sánchez, director de inversiones de Gesconsult. Reivindica el valor de compañías como CIE Automotive, CAF o FCC, aunque ninguna de ellas se acerca a valer en Bolsa los 5.000 millones de euros.
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El selectivo español sufre por la ausencia de tecnología y lujo, las estrellas en Europa
Prueba del débil tirón del Ibex entre los inversores es la evolución de las compañías que entran a formar parte del índice. Si hubo un tiempo en que la incorporación era casi equivalente al alza bursátil, en la actualidad llega a suceder lo contrario, según explica Ignacio Cantos. “Todo lo bueno se descuenta antes, los nuevos valores del Ibex después caen”, añade. Es el caso de Solaria, que corrige casi el 10% desde su entrada en el Ibex en octubre del pasado año, ejercicio en el que había acumulado una fuerte revalorización.
Para Federico Battaner, responsable de renta variable española en Trea Asset Management, “la Bolsa española debería estar más en el foco de la inversión internacional puesto que somos la cuarta economía de la zona euro”. Reconoce, sin embargo, que el gran capital “no acaba de poner España en el mapa”, un hecho que se explica en primer lugar por la citada composición del Ibex, por la exposición de las grandes cotizadas a economías emergentes más vulnerables como América Latina y también por factores que tienen que ver con la propia economía española, muy dependiente del sector servicios, con un peso de la industria menor que el que reflejan otros índices bursátiles europeos, y con elevadas tasas de desempleo y deuda pública.
“Las intromisiones legislativas en sectores como el eléctrico no dan seguridad al inversor. España debe lanzar además un mensaje de compromiso con las reformas del mercado laboral y de las pensiones y de firmeza en el uso de los fondos europeos”, agrega Battaner. Niega en todo caso que las cotizadas del Ibex sufran ningún tipo de penalización por el hecho de ser compañías españolas.
La economía del país queda más tocada tras la pandemia, pero los gestores no aprecian riesgo político
“La política no es el problema de la Bolsa española”, asegura tajante Roberto Ruiz-Scholtes. En su opinión, “el riesgo político quedó muy atrás desde el momento en que el mercado entendió que el BCE actúa de sostén, por muy farragosa que pueda ser la política española”. José Ramón Iturriaga, gestor de renta variable española de Abante Asesores, defiende que la mala trayectoria de la Bolsa española en los últimos años se debe, en esencia, a un largo ciclo de tipos cero sin precedentes. “No tiene nada que ver con Pedro Sánchez, ni para bien ni para mal”, dice.
Iturriaga sí confía en que 2022 sea el inicio de un nuevo ciclo para el Ibex, al hilo del cambio de rumbo de la política monetaria. “Hay una gran oportunidad, el principal catalizador será la actual valoración por fundamentales. Se dan las circunstancias para que la Bolsa española brille en los próximos años”, añade. En UBS también auguran un buen 2022 para las Bolsas europea y española y ven al Ibex en los 9.600 puntos en algún momento del año, incluso sin compañías tecnológicas.
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