Cultivo de palma africana redujo el 90% de las aves en el pidemonte llanero
El tucán pechiblanco (Ramphastos tucanus) / UN
*Con información de Agencia Unimedios
Pájaros coclí, guacamayas, alcaravanes y bisbitas sabaneras, entre otras especies de aves, ya no se ven en el piedemonte llanero, sobre todo en San Martín de los Llanos y Acacías (Meta).
De acuerdo con la investigación de la bióloga Diana Tamaris, doctora en Ciencias y Biología de la Universidad Nacional de Colombia, la autora del estudio más reciente y amplio sobre el impacto del monocultivo de palma africana en las aves de Colombia, el panorama de plantas y arbustos que visitaban más de un centenar de especies migratorias desde Estados Unidos, Canadá, Argentina y Chile está siendo reemplazado por hileras de palmas de 30 metros de altura a donde las aves ya no llegan.
Una paradoja si tenemos en cuenta que Colombia es el país con el mayor número de especies de aves en el mundo. El estudio concluyó que el 90% de las especies de aves que estaban en el Pidememonte llanero ya no están. No necesariamente significa que hayan desaparecido para siempre, sino que ante el desplazamiento paulatino de otras especies de árboles, las aves deben anidar y buscar alimento en otra parte.
En 2014, el Grupo de Conservación y Manejo de Vida Silvestre del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia había advertido sobre la reducción de los ejemplares en esos municipios a la par que aumentaban los monocultivos de palma africana. En esa época había unas 60.000 hectáreas de palma de aceite cultivadas en el departamento del Meta.
Ahora que Colombia es el cuarto productor de palma de aceite, y que el cultivo se encuentra en 124 municipios de 20 departamentos del país, la cifra debería estar actualizada. El último conteo es de 2016, y según Fedepalma, hay 141.068 hectáreas sembradas de aceite en el Meta, y 116.161 en producción, lo que lo hace el dapartamento con mayor número de hectáreas de palma africana en el país.
La investigación
Entre 2015 y 2016, los investigadores se adentraron en los cultivos de los municipios de San Marín de los Llanos y Acacías (Meta) en el piedemonte llanero y realizaron caminatas de 2.5 kilómetros para hacer un censo de cuántas y qué especies de aves habitan esa región. También usaron la técnica de redes de niebla, una especie de malla de 12 metros de altura que atrapa a los pájaros que los biólogos capturan, miden, fotografían y liberan.
Luego, compararon la información con el reporte de aves de la Orinoquia publicado por los profesores Orlando Rangel y Orlando Acevedo, según el cual existen 761 especies. Los resultados fueron abrumadores: apenas se encontraron 44 especies compuestas por 468 individuos de 23 familias de aves.
Según Diana Tamaris, la mayoría de las que permanecen son especies comunes “de bajo valor de conservación, amplia distribución, sin categoría de amenaza ni calidad de migratorias”. Son residentes y supremamente tolerantes a las modificaciones del entorno, como el turpial grande, la cocinera, la tigua y algunas aves rapaces.
La importancia de las aves en estos ecosistemas es vital, pues según la investigación, ejercen un control biológico que evita la proliferación de insectos nocivos para otros cultivos, no solo el de palma. “La ausencia de aves modifica la arquitectura de los bosques y la dispersión de frutos y semillas impidiendo que haya nuevos árboles y generando menos recursos para la explotación forestal”, explicó la bióloga a Unimedios.
Los monocultivos de palma africana afectan seriamente especies como:
El estudio también corroboró que los bosques son mucho más favorables para las aves que los cultivos de palma africana. Mientras el 84% de especies permanece en bosques, solo un 37.5% lo hace en el monocultivo.
Los nuevos visitantes
De acuerdo con información de la Agencia Unal, el efecto de este uso intensivo ha sido el cambio paulatino de la cadena alimentaria nativa. El cultivo de palma africana implica tumbar hojas y dejarlas arrumadas, además hay frutos que se caen. Esta nueva dinámica propicia el alimento, la caza y el hábitat perfectos para los roedores que, según el biólogo Hugo López, encuentran allí todo lo que necesitan.
Después vienen las serpientes que consumen roedores, y detrás de estas o de su carne descompuesta (porque la gente las mata y dejan sus restos) llegan las aves carroñeras y otros que también se alimentan allí: “entonces hay nuevas relaciones que es necesario que empezar a entender”, agregó.
No todo está perdido
El estudio es explícito en que no pretende que se deje de cultivar palma, y hace las siguientes recomendaciones para un cultivo sustentable y amable con las aves:
- Sembrar palma junto con otros cultivos para fomentar la heterogeneidad y aumentar la diversidad
- Los lotes de palma deben tener límites de vegetación con arbustos nativos para garantizar la permanencia de la biodiversidad nativa y favorecer la movilidad de las especies de todo tipo, no solo de aves.
- Cultivar en lotes más pequeños y de diferentes tamaños para favorecer la biodiversidad.
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