COSAS QUE PASAN | LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ (IV) | José de Pineda

Siguiendo con esta interminable lista de todo lo que el tiempo se está llevando y lo que te rondaré morena, me está llamando mucho la atención estos días que hemos salido más a la calle, un fenómeno que observo con mucho interés allá por donde voy. Comprendo que las modas son implacables, muchísimo más en estos tiempos de tanta sobreinformación, corren como la pólvora y al igual que la letra de aquella vieja sevillana, igual vienen que van. Pero lo cierto y verdad es que como esta moda dure mucho, aquí dentro de nada, acabamos todos yendo en “zapatillas”, también llamadas deportivas porque eran para lo que realmente se usaban, para hacer deporte que tan de moda está ahora; y muchísimo antes, las auténticas, inigualables y características “kubalinas”, llamadas así porque las puso de moda (de nuevo la moda) en los años 60 el inolvidable pelotero del F.C. Barcelona de origen húngaro, Ladislao Kubala.

Vayan a donde vayan, lo mismo da pueblo que ciudad, observen qué tipo de calzado lleva puesto la mayoría de viandantes, independientemente del tipo de ropa que vistan: trajes, faldas, vaqueros o incluso si van a una ceremonia religiosa como bodas, bautizos o comuniones. Por lo que se ve, este tipo de calzado pega con todo, o al revés.

¿Modelos y precios? Pasen y vean que esa es otra cuestión. Hablo del tema con una amiga zapatera en Mallorca y que en esto de las modas está muy puesta y me dice que realmente, esto de las zapatillas es un auténtico despropósito y una grandísima tomadura de pelo. Me comenta que a las marcas de siempre como Nike, Adidas, New Balance, Asics,… hay que unirles ahora las que hacen las marcas de lujo como Prada, Louis Vuitton o la mismísima Chanel, que también se apuntan a un bombardeo, y cuyos precios de estas monerías de zapatillas oscilan entre los 2.000 y 4.000 euritos de nada. ¿Mande…?

Está claro que a más de un fabricante de zapatos clásicos y tradicionales como pueden ser Yanko, Castellanos o Lottusse, entre otros, esta tendencia se los lleva por delante y aquellos elegantes mocasines, manoletinas, de hebillas, naúticos o de puntera todos hecho a mano pasan también a engrosar la larga lista de lo que el tiempo se llevó. Y lo malo o bueno de todo este disparate es que cualquier día, al igual que vemos por nuestras calles a un señor con un magnífico traje y en zapatillas, nos podemos encontrar a otro en chándal bolivariano, con unos relucientes mocasines de los mencionados anteriormente y entonces sí que va a ser para salir pitando.

Y es que el tiempo se lo lleva todo, se lleva por delante hasta el mismísimo tiempo, que ya es llevarse. Se lleva la vida, se lleva la muerte, a los pobres, a los ricos, por llevarse, se lleva hasta los políticos, con lo difícil que es eso. El tiempo, está demostrado, no tiene nada que ver con nadie. Pues eso.

¡Ah! Se me olvidaba: yo también tengo unas deportivas que son la mar de monas. CONTINUARÁ.